Epístola de nada a nadie

Jun 19, 2023 · 6 minute read

2:11 pm

          Por aquí vienen pasando mucho viajante. Algunos van de pie, otros van en coche. Algunos que otros van vagando, pero la mayoría, van y vienen del trabajo o están corriendo mandados (si es que permite que yo le hable entre inglés y español — pues no he decidido aún con quien hablo ni porque le cuento de mi caminata esta tarde).


1:33 pm

          Al momento de escribir esto, estoy sentada en un banco del parque Pioneer… y se me está arrimando un señor por el sendero sinuoso. Tiene un matiz alarmante, enmarañado, espeluznante … Ah, viene con su perro lindo. No creo estar en peligro (aunque me ha echado una mirada amenazante). Aun estoy mirando al señor de reojo mientras prolongó escribir esto en mi libreta para despistar lo de mi miedo. Ya que se fue… prosiguió — en caminar (no en escribir más en este parque pequeño y solitario) porque yo ya me asuste.


2:36 pm

          Ya, en las segunda etapa de mi andar, dure largos minutos más por rumbos desconocidos tan solo mirando los árboles y algunas que otras caras que se me cruzaran: albañiles por la mayoría, un elotero, y los de tales coches viajeros y con prisa también — incluso el de quien testiguó mientras en un mal-paso, por poco caigo frente a él en el cruce peatonal que me dirijo directamente al gardin de Miel — así me dijo que se llama (en realidad se llama Honey, pero me gusta más pensar que alguien se llama Miel, y además suena dulce y amable como lo es ella).


          Yo no pretendía perdurar en el gardin ajeno mucho, tan solo pasarlo por de fuera porque me suplicaban verlas sus flores llamativas. Por lo menos es de lo que se convence uno que casi acaba de tropezarse por querer ‘tan solo pasar’ a un hogar por lo cual, no se requiere para llegar a donde va (yo no tenia a donde estar). Tuve entonces que refugiarme en el jardín, donde hasta que se fuera el coche, me ocupe los ojos de toda la desconocida flora y me di propósito a tomarles fotos — para luego identificarlas y ponerles nombre. Esto lo hice, mas que nada, porque quería aparentar menos vagabunda, pero mi interés fue sincero.


          Me gustan las flores; antes, pensaba, que es porque sirven de palabra en mi pobre verso, pero creo ahora, que es porque fácilmente se entabla una conversación a través de ellas; mi encuentro con Miel me asegura mucho más de esto.


          Entre las flores que yo investigaba: en una esquina entre el muro que separa el freeway y las casas — y la casa verde de Miel — me encontré con el impaciente (la flor), lo que me parecía ser maguey ‘falsa’, y una especie de flor cautivadoramente amarilla del pétalo, y gris de las hojas. Como su nombre no conocía, le tome foto y espulgue un poco más el hogar hasta sentir me espiada, o impostora… no sé, creo que las dos cosas. Entonces quite los ojos del suelo abriendo el bule de agua que venía acarreando para beber — y a través de esta excusa, alquile la cabeza y atendí mi alrededor. Entonces mis ojos conocieron a Miel — desde lejos y de espalda: una mujer viejita y morena.


          Me daba miedo hablarle porque yo no soy fácilmente habladora ni simpática. Y además ella llevaba puesta mascarilla y daba más miedo aun, que me rechazara por falta de precaución. Más, como suelen ser las cosas, no me fue para nada mal cuando la confronté. De retrospectiva, creo que la vergüenza de mi torpe antecedente me había amortiguado la ansia cotidiana, mia, de estar frente a un par de ojos; y claro, me alentó a recuperar la minúscula de confianza que me habían arrebatado hace minutos.


          — ¿Es de usted el gardin?

Le pregunté. Tomando en cuenta que yo le hablaba, murmuró algo incomprehensible.


          — Is this your garden?

Le volví a preguntar en inglés y con una sonrisa que se disponía a decir todo lo que por mi boca no salía: me comprendió o no? Intento ser amable, mas como puede ver, estoy sin capacidad.


          — Si, lo es.

Me dijo por fin en inglés.


          La curiosa flor de amarillo dio marcha a nuestra convesacion. Entre Miel y yo se habló del jardín, se hablo de familia, de la pandemia, de cultura, de religión, del idioma, y en fin: Miel es Philipina, Catolica ayudante de gentes discapacitadas, tiene asthma (por esto la mascarilla), es muy linda, y su hijo agricultor es quien le cultivó el jardín. Además dice que mucha gente viene a cosechar e inclusive a fotografiarlo.


4:10 pm

          Me despedí de ella a las tres con cincuenta y llegué a mi casa a las cuatro con tres en donde mi hermano me abrió la puerta, mi madre descansaba de la hornada, y mi hermana tocaba su guitarra. Fue entonces que investigué lo de las flores. Sorpresa mía: ninguna fue lo que yo pensaba ¡Vaya cosa! Me vuelven a poner en mi lugar; aunque es verdad, volveré a vagar de el.


foto de la flor impaciente
'Impaciente'

Es:

Geranio

"Frecuentemente utilizadas en jardinería por sus atractivas flores y su aroma característico."


foto de la flor maguey
'Maguey flaso'

Es:

Aloe maculata

"Planta suculenta de aloe. Es endémica de Sudáfrica, aunque como planta ornamental se cultiva en muchos países."


foto de la flor curiosa
'Curiosa flor de amarillo'

Es:

Jacobaea

"Anteriormente conocida como Senecio cineraria [...] dentro de la familia Asteracea, que se localiza en la región Mediterránea."


2:57 am

          Aún no sé a quién le escribo ni porque le digo nada acerca de tales insignificancias. Más, sospecho que mis largas noches leyendo epístolas, me han influenciado. Llevo horas oyendome pensar en la voz de Mario Benedetti. Debo mencionar que es la primera vez en que escribo tanto y por mi propia voluntad — y contando verdades. Se me ocurre que debería de introducir una enseñanza o una moral (porque no me cabe duda que lo hay entre los acontecimientos de hoy)... pero la verdad es que aun no termino por completo de leer una epístola y no sabría darle comienzo ni fin. Además, dan las tres de la mañana a la hora de escribir esta oración, y deseo, ya, dejar de competir con la voz de Benedetti.



Bibliografia:


Geranio

Aloe maculata

Senecio cineraria